SABOR POR LETRAS

viernes, 4 de marzo de 2011

APUNTES SOBRE NACIONALISMO CULTURAL



QUE ES EL NACIONALISMO CULTURAL 

   El nacionalismo cultural es la afirmación de la cultura nacional por sobre las influencias culturales que las políticas de los centros de poder, coadyuvadas por las oligarquías vernáculas, ejercen en la periferia tendientes a desnaturalizar y desvalorizar el sentido de "lo propio" para introducir los criterios del universalismo abstracto y sepultar la identidad soberana de los pueblos, artífices genuinos de su propia cultura.
   Esta apreciación no pretende dogmatizar un tema de inquietante estudio y profundidad, sólo aspira a sintetizar el problema raigal de este trabajo.
   La tradicional polémica que enfrenta a las concepciones de "lo nacional" y "lo universal" en la cultura no produjo avances en sus argumentaciones por definir horizontes mas precisos; por el contrario, ha mantenido en su seno las divisiones que han caracterizado el desarrollo del proceso histórico argentino -en su sentido abarcador- petrificando las nuevas investigaciones que se imponen superar el objeto de la polémica.
   Cultura Nacional y Cultura Universal han sido analizadas en oposición natural, subordinada la primera a la interconexión constante de todas las culturas del mundo y reacia -en muchos casos- a una inducida integración abstracta; enriquecedora la segunda por albergarlas a todas y creadora de criterios que dudosamente se comparten por el recelo que inspiran.
   Esta oposición natural que se esgrime totalizadora no ha procurado buscar puntos de contacto que permitan visualizar una conciliación armónica, sólo ha golpeado incesantemente en susceptibilidades caras a nuestro modo de ser y pensar.
   El enfoque que debemos adoptar para suprimir y superar esta polémica estéril es el estudio y análisis del nacionalismo cultural como "arma política" en la lucha contra la política cultural imperialista.
   El fortalecimiento de la cultura nacional es una tarea que la conciencia colectiva del pueblo debe perseguir para facilitar la integración a la cultura universal con el sello inconfundible de la argentinidad, así como también para resistir la transferencia de elementos nocivos que pongan en peligro esa integración.
   El nacionalismo cultural es una superación de los chauvinismos retrógrados que desdeñan lo extranjero por ser tal, porque entiende que en la etapa universalista que se avecina no podrán admitirse culturas gregarias ni lograrse la integración resignando la identidad.
   Es tambien superador de los ismos que privilegian lo extranjero y adhieren a los patrones culturales del universalismo abstracto porque considera que "lo propio" es el punto de partida para la reflexión, el análisis y la trascendencia de nuestra nacionalidad.
   Ante las reflexiones que se interrogan acerca de si a esta altura del devenir mundial se puede continuar sosteniendo estos pensamientos debemos contestar con la mera observación de la realidad, que nos informa sobre el desarrollo tecnológico alcanzado por las grandes potencias y que no ha hecho mas que desatar una poderosa influencia cultural sobre la periferia con las inevitables consecuencias que ello trae aparejado.
   Por ello ante la dificultad que en lo inmediato significa aprehender los beneficios que la ciencia y la tecnología aporten, será imprescindible preparar una respuesta a esa situación: adaptar la conciencia nacional a las nuevas circunstancias.
   Esta adaptación solo sera posible repensando el proyecto nacional y popular truncado por los intereses de la antinación con la consiguiente valorización de una pedagogía liberadora que ponga al servicio de las nuevas generaciones todo el instrumental de su saber.
   Cuando nos referimos al enfoque que hay que adoptar en el análisis del nacionalismo cultural aludimos al calificativo "arma política" para ceñirlo en su justo significado, rescatando la idea de organización como elemento de lucha.
   Organizar esa lucha implica delinear claramente una política de objetivos esenciales que pueda plasmarse en realizaciones concretas promoviendo -al mismo tiempo- la revisión y la discusión de las pautas culturales que provocaron el atraso del proceso liberador.
  La visión que hoy aparece superando las polémicas anteriores nos presenta el enfrentamiento de la transculturización como política cultural imperialista frente al nacionalismo cultural en tanto política cultural nacional.

ANALISIS TERMINOLOGICO Y CORRELATO POLITICO

   Al abordar el desafío que implica el nacionalismo cultural como tema de análisis no se puede obviar la aclaración necesaria respecto a los alcances del término.
   La evolución cultural de las naciones ha corrido despareja a traves de la historia y esto no significa, comparativamente, la afirmación de la cultura de unas naciones sobre otras sino la conformación de políticas culturales destinadas a influir -a veces perniciosamente- en el destino de las naciones que sufren el colonialismo ideológico y cultural de las potencias dominantes.
   Podemos entonces situar la problemática en los pueblos oprimidos -pueblo en tanto elemento configurador de la nación y sujeto productor de la cultura- como un modo de afirmación de su identidad nacional.
   El producto cultural de las naciones imperialistas persigue la aceptación y receptividad en las conciencias de sus consumidores. Esto que podríamos denominar   "cultura consumista" intenta explotar las angustias, depresiones, sueños y proyectos de vastos sectores de esos pueblos, en especial, sus juventudes quienes ante el aturdimiento y la marginación -provocadas por la carencia de una política cultural nacional- no tardan en asimilar esas pautas foráneas que simbolizan la decadencia de las llamadas "sociedades desarrolladas", frenando así el crecimiento de la conciencia liberadora.
  Es entonces desde esta perspectiva que el nacionalismo cultural se constituye en el enemigo declarado de la nueva estrategia de dominación que no vacila en proseguir con su cruzada ideológica de universalizar la cultura imperialista ya no a costa de las ideas sino también de la sangre de los pueblos.
   Rescatar el nacionalismo cultural en las luchas de liberación es discernir con claridad los extremos que a traves del "europeismo libresco" y del "chauvinismo ingenuo" -en nuestro país- presentan una interpretación estrecha de nuestra cultura y no acompañan ni alientan la formación autentica de una conciencia nacional.
   Mario Vargas Llosa -en un incisivo artículo- reflexionando sobre el tema ha dicho "El nacionalismo en el ámbito de la cultura consiste, basicamente en considerar lo propio un valor absoluto e incuestionable y lo extranjero un disvalor, algo que amenaza, socava, empobrece o degenera la personalidad espiritual de un país".
   Es posible que Vargas Llosa, cayendo en la tradicional polémica que antes referimos, condene el "chauvinismo ingenuo" en la cultura lo que naturalmente compartimos, pero la ausencia de la constante histórica: pueblo vs. imperialismo en su análisis nos lleva a concluir que en su visión, el nacionalismo cultural no puede concebirse como una alternativa a los extremos; es lisa y llanamente uno de los extremos.
   Vargas Llosa descalifica mediante una grosería intelectual la conciencia liberadora -que en los pueblos oprimidos culturalmente solo resiste a traves del nacionalismo cultural- al expresar: "el nacionalismo es la cultura de los incultos y estos son legión".
   Esta afrenta a la dignidad y capacidad de superación de los pueblos no puede ser menos que festejada por los estrategas de la dominación cultural y mas que aplaudida por los sectores de la "intelligentizia" que ven con buenos ojos el giro que hacia posiciones conservadoras practicara en los últimos años el notable escritor.
   En nuestro país, Hector Murena aplicaba la tesis del "chauvinismo ingenuo" al analizar los dos arquetipos en que se dividen los modos humanos peculiares exclusivos de América, refiriéndose a uno de ellos expresa: "En materia de cultura como en política es nacionalista". Este nacionalismo consiste primordialmente en oponerse a toda idea extranjera, disolvente que pueda resultar corruptora de la tradicional cultura "nacional"".
   Los estudios que se han realizado sobre el nacionalismo cultural -en su enfoque extremo- no lograron evitar la referencia política al totalitarismo como categoría eurocentrista implantada en América Latina, así como a las posiciones cavernarias de los grupos ultraconservadores que no hacen más que distorsionar el sentido y el alcance que pretendemos darle al término
   Lo que se ha querido es confundir deliberadamente la nacionalización de la cultura en los pueblos sometidos con el fantasma del "estancamiento cultural" fundado en los prejuicios sabiamente inoculados del pensamiento liberal sobre la incapacidad de realización y la inferioridad de condiciones para darnos una política nacional.
   Esto solo tiene como finalidad integrarnos a la cultura universal desprovistos de nuestra identidad cuando sabemos que esa ansiada integración solo será posible y duradera en tanto y en cuanto conformemos y consolidemos un profundo nacionalismo cultural.
   Abrahan Haber nos dice: "Integrarse a la cultura universal sin aportar algo que nos es propio no es integrarse, es desaparecer". Coincide Mario Casalla cuando refiere que "se dice que el planteamiento de la "cultura nacional" es una suerte de "chauvinismo" a contramano de los tiempos y que de lo que se trata no es de "nacionalismos", sino de ingresar cuanto antes en el terreno de lo "universal". Lo que esta crítica desconoce  es que lo "universal" no es una sustancia concluida... sino un ámbito al cual se accede a partir de la propia identidad".
   Osvaldo Guglielmino lo dice sin vueltas: "Lo nacional argentino y latinoamericano es mi manera de ser universal"
   La discusión acerca de los remanidos conceptos de "culturas dependientes" y "culturas emancipadas" no es conveniente ni convincente, pues no llegaríamos a un acuerdo que fructifique; por el contrario, ahondaríamos aún más las divisiones que nos impiden comprender el verdadero problema: las políticas culturales.
   El nacionalismo cultural no puede ni debe ser un pretexto para dividir a los buceadores del tema. Esas distracciones retrasarán el abordaje de la problemática y anarquizarán los esfuerzos para lograr vías de entendimiento.
   Mientras tanto seguimos asistiendo a la batalla por los extremos que antes mencionamos. Por eso es preciso repensar criticamente los avances y retrocesos de nuestra cultura nacional en el camino hacia la integración.
   La transculturización como política cultural imperialista es un fenómeno singular que aparece cuando se carece de una política cultural efectivamente instrumentada y esta política solo es dable cuando existe un proyecto nacional y popular en el cual la misma se encuadre y desde alli cumpla su misión.
   El mecanismo de la transculturización en Argentina ha funcionado aglutinando las expresiones contrarias al sentir nacional como paso siguiente a la transformación y asimilación de modos de vivir, sentir y pensar que en nada reconocen nuestra identidad, por el contrario, perjudican las sanas intenciones de ensayar una política cultural auténtica, expresiva, fundada en nuestras mas ricas tradiciones y en nuestros mas nobles sentimientos.

                           Jorge Dossi - Junio 1985